Sunday, June 03, 2007

Buena intención y buen fin...

Juan vivía en un pueblo pequeño, de esos en los que ser habitante del lugar, es mucho más que vivir en una localidad de escasas dimensiones. ¿Y porqué?, pues muy sencillo: Porque el ser de ese pueblo, va más allá de un sentimiento de pertenencia, es un algo que no se puede explicar, es pasión...es que...es un pueblo de mierda, a tomar por culo de todo, en el que todos son gente inculta, cerrada y mezquina, que no se saben relacionar más allá de los límites del pueblo de al lado. Por eso Juan, cuando nació su hermano pequeño, supo que se tenía que hacer fuerte para poder protegerlo, porqué si no, los garrulos de su pueblo, el día menos pensado, lo emborrachaban y lo echaban por el barranco en una noche de fiesta...y ya puestos en antecedentes, os contaré la historia de Juan y su hermano pequeño Pedro...

Cuando Pedro nació , a sus padres se les cayó el mundo encima. Para un matrimonio de gente sencilla, cuyos ingresos venían una pequeña granja, que el marido había heredado de su padre, tener un hijo con una enfermedad de esas que le convertía en un deficiente o retrasado, era una gran putada, no sólo por la atención y cuidados que requiere si no porque, seamos sinceros...culturamente pues ni siquiera estaban educados para pensar en esa posibilidad. Sólo había que ver cómo palidecía el padre, y cómo lloraba la madre, cada vez que el médico decía una palabra técnica rara sobre su hijo. Pero, mientras los padres se entristecían, ¿Qué era lo que pensaba Juan?...pues bueno, al principio, sentía asco y rabia, no sólo había llegado un hermano que reclamaba más atención de lo normal a sus padres, si no que encima un hermano así, podía ser motivo de burla en el pueblo, ya que para aquella gente tan campestre, un deficiente era alguien a quién había que hacer bromas de dudoso gusto para pasar el rato, ya que putear al tonto del pueblo es algo muy propio del acervo popular pueblerino. Sin embargo, a los tres meses de haber nacido Pedro, Juan tuvo una revelación, pues con muy poco tiempo de vida, aquella criatura, era mucho más cariñosa que cualquier otro bebé que Juan hubiera visto nunca, o al menos eso le pareció a el, vamos...que se quedó por decirlo de alguna manera, prendado de su hermano. Entonces, fue cuando Juan decidió que tendría que ser muy fuerte y muy valiente para proteger a su hermano, ya que viviendo en un pueblo de cabrones ignorantes, y con unos padres que pensaban que les había caído un castigo divino, Pedro lo tendría bastante mal para salir adelante. Pensareis: ¿Y de los servicios sociales y asistencia sanitaria y demás?...pues lo que pasa muchas veces en sitios olvidados del mundo: Ni hay dinero para pagar comodidades y la ayuda por parte del estado llega con cuentagotas, pero vamos, no es eso lo que nos ocupa ahora, así que, sigamos con Juan.

Juan debido a su edad y a su descacharrante entorno sociocultural, no era ninguna lumbrera, aunque eso no quitaba para que fuera consciente de ciertas cosas. Bien sabía, que si quería ser respetado (y que por lo tanto, su hermano tambien lo fuera), no se tenía que dejar avasallar por nadie, ni permitir la más mínima ofensa contra él ni los suyos, así que no dudaba en emprenderla a leches con cualquier niño que le vacilará o que se atreviese a hacer un chiste sobre su hermano. Desde luego, que Juan volvía muchas veces con la cara rota por dos sitios a casa, pero eso poco a poco tuvo su recompensa, ya que si bien más de uno de los chavales de su edad le odiaba, al menos de cara a la galeria le respetaban y si se querían meter con su hermano, se guardaban bien de que él no se enteraba, porque si no la podrían tener buena. De esta manera Pedro, pudo tener una infancia más o menos llevadera, ya que gracias a Juan, no tuvo que soportar demasiadas burlas. Sin embargo, este periodo de paz se iba a ver amenazado, porque los chavales de la edad de Juan, se habían convertido en adolescentes y más de uno, al verse con más pinta de hombre que de niño, estaba bien decidido a armarse buenas juergas a costa de Pedro, y de paso, a partirle la cara a nuestro protagonista, que incomprensiblemente, se cabreaba por una broma sobre su pariente retrasado. Y efectivamente, Pedro fue víctima de alguna que otra putada por parte de sus paisanos y Juan se llevó alguna que otra leche en la geta por defender a su hermano, aunque pronto encontró la solución, que era (aparte de seguir respondiendo con ostias al que se metía con su hermano), estar a la moda, cosa que siempre o casi siempre es bien vista por adolescentes. Por aquella época, el rollo bakaladero estaba en pleno auge y los quinceañeros del pueblo, flipaban con ello cuando sus primos de la ciudad venían a visitarles, así que Juan no lo dudó ni un segundo: Abrazaría el bakalismo, y se convertiría en un bakala chungo, de esos que fuera respetado y temible. Convertirse en bakala no fué sencillo, pues la ropa usada por dicho colectivo no siempre era barata, así que tuvo que trabajar haciendo recadillos en el bar del pueblo, y en todos los lados del villorrio dónde le dieran algo por echar una mano. Sin embargo a Juan le daba igual, pues sabía que siendo un bakala de libro, sería respetado por toda la peña del pueblo. Pasó el tiempo, Juan cumplió años, y el bakalao seguía causando sensación, por lo cual no le quedaba más remedio que ir asumiendo responsabilidades de bakala hecho y derecho: Tomar pastillas, tener un coche tuneado, ser facista, salir con una pija sin cerebro que se vista cómo un zorrón de colorines...y tener un trabajo duro y mal pagado, que le permitiese costearse su estilo de vida. Y mientras tanto ¿Qué hay de su hermano?...pues el seguía protegiéndolo todo lo bien que sabía protegerlo, aunque en el pueblo ya casi ni se tenía que preocupar por el, ya que era un come-rulas violento, que tenía acojonado a todos los del lugar. Sin embargo un día, la jenny sin masa cerebral que Juan tenía por novia, se hartó de que este andara siempre pendiente del retrasado de mental de marras, y que una de dos: O ella, o su hermano. Juan no respondió nada, hizo lo que siempre hacía cuando alguien le tocaba aunque fuera verbalmente a Pedro: Le soltó un par de ostias que le hizo sangre en la cara, y la dejó en el suelo llorando, para luego largarse del lugar a toda prisa con su coche tuenado. La techno-novia de Juan, era tonta, pero tenía mucho valor y amor por si misma, así que como sabía lo que eran las denuncias por malos tratos, cabreada y dolida, no se lo pensó dos veces a la hora ir a la comisaria más cercana con su correspondiente parte médico de agresiones.

Al cabo de un par días, la policía apareció por la granja dónde Juan y su hermano todavía seguían viviendo. Juan, cinco minutos antes, se había tomado una soberbia raya de coca, así que con todo el subidón y sabiendo a lo que allí venía la policia, apenas les vió aparecer, salió corriendo y se montó en su coche hortera para intentar huir de los maderos por el monte. Los polis, que venían a interrogarle por lo de su novia, no dudaron en perseguir a ese coche por los caminos, lo que provocó, que Juan entre la raya, las prisas y la paranoia que significaba todo aquello, tuviera un accidente en el cual murió en el acto. El padre de él, al enterarse del percal, también murió pues sufrió un infarto y a Pedro ahora, sólo le quedaba su madre para poder atenderle. Estuvieron unos años viviendo los dos completamente apartados de la gente, sin que nadie les molestase ni nada, hasta que en una de noche de borrachera y drogas, uno de los garrulos del pueblo se acordó del hermano retrasado, aquél tío muerto que le pegaba tantas palizas de pequeño, así que envalentonado por diversas sustancias, fue derecho a la granja y le prendió fuego. El resultado del incendio fue que murió la madre de Pedro al caérsele una estanteria encima, cuando trataba de enganchar una manta para apagar el fuego que había en la puerta. La finca se quemó, y Pedro sobrevivió pero, cómo no había testamento alguno y estaba incapacitado debido a su enfermedad de nacimiento, unos familiares lejanos que vivían en la costa, se quedaron con el dinero resultante de vender los terrenos.

Al día de hoy, Pedro vive en un centro público para discapacitados. Ya no le queda nadie de los suyos, pero en el sitio dónde ahora está le tratan muy bien. Y por si teníais alguna duda, sigue siendo igual de cariñoso que en sus primeros días de vida...y se acuerda mucho de su hermano, aquél que siempre le protegía y que le quería tanto, pero que actuaba de una forma rara y que le asustaba en muchas ocasiones cuando pegaba golpes a la gente. Juan sentía mucho amor hacia mucho a su hermano, pero escogió un camino completamente absurdo e ilógico para protegerle y ayudarle a salir adelante, por eso no me extraña, que Pedro de vez en cuando le pregunte al viento, que cual de los dos hermanos era "el retrasado"...

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Lo se, mal royo y mala leche a raudales, pero es que hoy ando de bajón. Pero no sus preocupeis, que pronto seguiré con las canciones disparatadas y el humor surrealista que caracteriza a este blog...ayss

Hasta la próxima entrada:

Carman

3 comments:

Anonymous said...

pues si, que dura la historia... pero muy bien llevada por el narrador.

muak!

Anonymous said...

Muchas gracias Mariña!!

Un besito pa ti!!

Anonymous said...

escribe lo que te salga del nardo que pa eso es tu blog, y cuando kieras poner humor absurdo ponlo, cuando kieras hacernos llorar hazlo! jejeje